miércoles, 6 de agosto de 2014

Un día como cualquier otro.

Ayer tuve un día raro. Para empezar, nos levantamos a las diez de la mañana. Maravilla que no suele suceder. Quizá eso me predispuso con cierto humor.
Me encontré ayudando a una persona de una manera que antes probablemente no se me hubiera ocurrido. Me encontré conmovida por esta persona. 
Me encontré, después, reflexionando sobre heridas que hay que dejar sanar. Me encontré reflexionando sobre el perdón y el lugar en el que uno se para para ver las cosas. 
Me encontré dándome cuenta que la maternidad me cambió mucho más y más profundo de lo que creía. 
Me bajé del bondi, con #ebm colgando en la mochila para acompañar a la guardia del hospital a una chica que estaba sentada en el bondi al lado mío.
Me senté a escuchar a mi papá y lo escuché desde un lugar más conciliatorio.
Me quedé a compartir a #ebm con sus abuelos, que hacía mucho no lo veían.
Me quedé, sin reproches, me quedé intentando disfrutar y perdonar.
Volví a casa liviana. Volví contenta. Volví sintiendo que tengo algo para enseñarle a #ebm.



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